Una oferta que supera ampliamente el millón de dólares está disponible para cualquiera, sin embargo nadie parece estar en condiciones de ganarlos.
En todas partes del mundo existen (y han existido) personas que afirman tener capacidades especiales, parapsicológicas, paranormales o como mejor se las quiera denominar. Desde aquellos que dicen poder leer el pensamiento (telepatía), ser capaces de percibir a distancia sucesos u objetivos (clarividencia), anticiparse extrasensorialmente al futuro (precognición), y hasta los más audaces que aseveran estar capacitados para curar enfermedades o mover objetos con el poder de su mente (psicokinesis o PK).
Estas son sólo algunas de las proezas que pregonan y muchas veces amparados en el terreno espiritual, alguna pseudociencia o mancia de gran arraigo popular. También sostienen, como latiguillo marketinero, que su único afán es ayudar a la gente con sus dones pero, a la hora de facturar, no andan con vueltas y transforman esas supuestas capacidades en una actividad lucrativa. Desde ya que esto último no sería cuestionable si pudiesen acreditar o validar científicamente sus afirmaciones. Pero claro, siempre todo queda en lo anecdótico, testigos no confiables, managers o parapsicólogos que comparten intereses.
Para evitar que tales afirmaciones no quedaran en la nada y todos nos beneficiáramos con esos dones, los escépticos de lo paranormal decidieron estimular a estos virtuosos con importantes ofrecimientos monetarios para que, de una vez por todas, puedan demostrar sin lugar a dudas sus supuestos poderes. Así fue como comenzaron estas ofertas que aún se mantienen y suman cifras millonarias.
Los pioneros
Joseph F. Rinn (1868-1952), miembro de la Society of American Magicians y gran amigo de Harry Houdini (1874-1926), fue uno de los primeros investigadores que enfrentó con sus conocimientos y billetera en mano a los médiums fraudulentos de la época. “En el campo de la investigación psíquica, mi amigo Harry Houdini y yo estábamos destinados a jugar roles similares y, en algunos aspectos, paralelos. A lo largo de nuestras vidas fuimos los máximos enemigos de los impostores psíquicos”, recordaba Rinn al final de su vida [Rinn, Joseph. Sixty Years of Psychical Research, The Truth Seeker Company, 1950].
En 1905, junto a decenas de notables críticos de lo paranormal, Rinn formó la Metropolitan Psychical Society, que puede considerarse el primer grupo escéptico de Norteamérica. Y, mientras su amigo Houdini forjaba su carrera profesional, Rinn libraba su batalla contra el fraude paranormal en los medios de comunicación e, incluso, ofreciendo atractivas sumas de dinero -que llegaron a los US$ 10.000- a quien pudiese demostrar la existencia de un fenómeno de estas características. Las repetidas decepciones ante fraudes confesos y expuestos, finalmente lo convencieron de que su “ferviente esperanza, a través de los años, de encontrar un psíquico genuino nunca se cumpliría.”
Tomando la posta
Mientras Rinn hería de muerte a las patrañas de los psíquicos, las demostraciones públicas de Houdini terminaban poniéndoles la lápida. El virtuoso escapista había alcanzado tal fama y reconocimiento a nivel internacional, que ningún medio podía ignorarlo. Era el rey de la publicidad y esto jugaba a su favor a la hora de plantear desafíos. Ningún supuesto psíquico podía argumentar que no estaba al tanto de sus ofrecimientos monetarios.
Cansado de solo encontrar fraude después de deambular por sesiones espiritistas donde los médiums decían poder entrar en contacto con el más allá y comunicar a sus consultantes con los espíritus desencarnados, o bien manifestarse en plena sesión mediante ruidos, movimientos de objetos, materializaciones, etc., desde 1919 hasta su muerte Houdini mantuvo una oferta de US$ 10.000 a cualquier médium del mundo que pudiese dar pruebas convincentes de alguna manifestación psíquica o física y que él no pudiese reproducir o explicar cómo se realizaba por medios naturales.
Dos años antes de su muerte, en la introducción de su magnífico libro “A Magician Among the Spirits” (“Un Mago Entre los Espíritus”), Houdini señalaba: “…como resultado de mis esfuerzos debo confesar que estoy más lejos que nunca de creer en la autenticidad de las manifestaciones espiritistas y, después de veinticinco años de ardiente investigación y empeño, aseguro que nada ha sido revelado para convencerme de que ha sido establecida la intercomunicación entre los espíritus de los muertos y aquellos que todavía están vivos.” [p. xii]. El cierre en su última página, no fue menos duro y categórico: “No está en nosotros probar que los médiums son deshonestos, está en ellos probar que son honestos.” [Houdini, H., A Magician Among the Spirits. Harper & Brothers Publishers, New York, 1924, p. 270]
Frustrado intento de una revista de divulgación científica
Por aquellos tiempos y con igual resultado, quedó vacante el premio de US$ 5.000 que ofrecía la revista Scientific American. En realidad era un doble premio fraccionado en dos propuestas bajo condiciones de test: 1) US$ 2.500 para el que obtenga una auténtica fotografía de un espíritu y 2) US$ 2.500 para el psíquico que pueda producir una “manifestación psíquica objetiva de carácter físico”. La oferta se mantuvo entre enero de 1923, cuando se publicó en la revista, y el 31 de diciembre de 1924. El comité de evaluación lo integraban crédulos y escépticos: el Dr. Walter Franklin Prince, Daniel F. Comstock, Hereward Carrington, el Dr. William McDougall y Harry Houdini.
Con similares objetivos y por sugerencias de J. N. Maskelyne (1839-1917), fue creado en 1914 el Occult Committee of the Magic Circle (Comité sobre lo Oculto del Círculo Mágico) en Inglaterra. Durante décadas notables ilusionistas de dicho círculo llevaron a cabo investigaciones, desafíos a médiums y debates públicos en los que exponían sus fraudes. Ante las endebles excusas que esgrimían los médiums para evadir una investigación por parte de este comité, les respondían mediáticamente que “si eran capaces de tomar la plata de los incautos ¿por qué no la nuestra?” Además, si fueran capaces de demostrar lo que afirmaban, el comité “no vacilaría en comunicar el hallazgo a la prensa y esto les daría una publicidad más allá de sus más ambiciosos sueños”. Pero, “no van a enfrentar nuestras pruebas porque no se atreven”, señalaba Col. R. H. Elliot, presidente del Comité, en un artículo en The Spectator. del 19 de enero de 1934.
El eterno retorno
Así como brujos y charlatanes no desaparecieron, tampoco lo hicieron los desafíos que fueron creciendo en sumas más que tentadoras. Grupos escépticos de diferentes países (incluido el nuestro), siempre han mantenido esta tradición de cerrarles la boca a cuanto charlatán pregona fenómenos paranormales. Ni psíquicos ni sus “representantes artísticos”, llámense parapsicólogos o investigadores presuntamente serios, han presentado alguna prueba convincente que, sin duda, podría cambiar el mundo.
Entre las numerosas ofertas monetarias se destacan la de la Fundación de James Randi (Educational Foundation’s Million Dollar Challenge) y el gran Premio Sisyphus de la organización belga SKEPP que comparte con varios grupos escépticos europeos. Las no despreciables sumas de 1 millón de dólares y 1 millón de euros, son las que ofrecen respectivamente estas instituciones.
El caso del ilusionista James Randi es emblemático puesto que ha recorrido todo el mundo (también estuvo en Buenos Aires) dando conferencias y entrevistas, siempre recordando que su desafío seguía en pie y que, si bien algunos se han atrevido a intentarlo, aún el premio continúa vacante.
El primer desafío lo realizó en 1964, cuando Randi comenzó ofreciendo US$ 1.000 de su propio dinero a la primera persona que pudiese ofrecer pruebas de lo paranormal. Se fue corriendo la voz y aparecieron muchos donantes que colaboraron para que el premio ascendiera al millón de dólares.
Entre los cientos de participantes que lo han intentado en el transcurso de estos años, ninguno ha superado la prueba preliminar para poder pasar a la formal. O sea, puro bla bla bla, pero las pruebas de lo paranormal siguen brillando por su ausencia.
El mundo los espera
No existe lugar en el mundo que no esté cubierto por estas ofertas y aún así no aparece un ganador. En Francia, en el Laboratoire de Zététique de la Faculté des Sciences de la Université Nice Sophia Antipolis, Henri Broch, Gérard Majax y Jacques Theodor lanzaron públicamente el Prix-Défi internacional en 1987. Durante 15 años ofrecieron un premio de 200.000 euros y tuvieron la paciencia de testear a 264 candidatos que fracasaron olímpicamente.
En China, el periodista desmitificador de la pseudociencia Sima Nam, ofrece 10 millones de yuanes (más de un millón y medio de dólares) a quien pueda demostrar que tiene poderes supernaturales.
El grupo escéptico australiano (Australian Skeptics), desde 1980 está deseoso de recompensar con A$100.000 a quien demuestre una facultad paranormal, porque piensan que “el público merece y tiene el derecho a saber la verdad. Por lo tanto, el Desafío Escéptico es un compromiso serio y genuino, y el premio de A$ 100.000 es una oferta genuina.”
En Nueva Zelanda existe un premio similar de $NZ 100.000 que fue creado en 1994 por Stuart Landsborough, miembro de la New Zeland Skeptic`s Society.
India también tiene una larga tradición en la materia. El primer desafío lo hizo el destacado racionalista Abraham Kovoor (1898-1978) en 1963. Por aquel entonces anunció un premio de Rs. 100.000 a quien pudiera demostrar poderes sobrenaturales o milagrosos en condiciones a prueba de fraude. Hombres-dios, santos, yoguis y siddhas que afirman haber adquirido poderes milagrosos mediante ejercicios espirituales y bendiciones divinas, podían ganar este premio si realizaban algunos de los 23 “milagros” que enumeró Kovoor en su lista.
Basava Premanand (1930-2009) continuó los pasos de Kovoor y desarrolló una amplia actividad en la India desenmascarando a cuanto gurú se le cruzara. Su labor fue determinante en la exposición pública del gran fraude que era Sai Baba. También mantuvo un desafío monetario por igual valor que su antecesor.
Prabir Ghosh, director de la Science and Rationalists’ Association of India, actualmente mantiene viva la llama del desafío con Rs. 2.000.000.
Y así podríamos seguir sumando una larga lista de personas, grupos o instituciones de diferentes países y con ofertas similares:
Independent Investigations Group (IIG) – EE.UU. (US$ 100.000)
FayFreethinkers – EE.UU. (US$ 10.000)
Les Sceptiques du Québec – Canadá ($ 10.000)
Skepsis – Finlandia (€ 10.000)
Humanisterna (Asociación Humanista Sueca) – Suecia (100.000 kr)
MTÜ Eesti Skeptik – Estonia (€ 8.000)
GWUP (Sociedad Científica para la Investigación de la Paraciencia) – Alemania (€ 10.000)
Argentina no fue la excepción
A comienzos de la década del 90 formamos en Buenos Aires el Centro Argentino para la Investigación y Refutación de la Pseudociencia (CAIRP). Ni bien salimos al ruedo mediático, también hicimos una propuesta similar denominada “Proyecto PSI”. Ofrecíamos US$ 10.000 a quien pudiese demostrar un fenómeno paranormal. Nos cansamos de difundir la propuesta en diferentes medios (gráficos, televisivos y radiales), pero los dotados paranormales siguieron durmiendo la siesta.
Después de unos cuantos años me alejé de esta institución y, en forma personal, mantuve mi propio desafío de US$ 10.000 que terminé acrecentando y aún mantengo en US$ 50.000. Y sigo esperando…
Otro que se cansó de esperar en Argentina fue el hipnotista Tusam (1932-1999), quien también ofrecía US$ 10.000 a quien pueda demostrar un poder sobrenatural o, incluso, cualquier manosanta o curandero que -al menos- pueda curar “una simple caries dental”. Su hijo Leonardo, fiel al legado de su padre, también mantiene este desafío.
Y bien, como se puede apreciar, lo que sobran son ofertas y mucho dinero, pero lo que sigue faltando es alguien que demuestre de una vez por todas que los fenómenos paranormales son reales.
En cuanto a la pregunta del inicio, “¿Por qué será?”, los invito a sacar sus propias conclusiones porque yo ya saqué las mías.